Esta mañana he asistido a una jornada para dar a conocer a las pymes instrumentos de financiación, organizada por la Cámara de Comercio de Jaén, con la asistencia de funcionarios del Ministerio de Industria, de Enisa y de Avalunión, S.G.R.
Ha sido una jornada muy interesante por las perspectivas que ha abierto. En primer lugar, al plantear alternativas reales y efectivas para que las pymes se financien. En segundo lugar, porque ha puesto de manifiesto que a la dificultad de acceso al crédito se une el desconocimiento de muchos de estos instrumentos, que llevan muchos años funcionando y que, según confiesan los ponentes, hay años en que la dotación presupuestaria de las ayudas se utilizan parcialmente.
Parte del desconocimiento general de las empresas se puede remediar con jornadas como ésta. Pero también es cierto que hay que colaborar con más instancias para que se den a conocer con más amplitud. Manuel Barrionuevo, presidente de la Cámara se preguntaban por qué no se conocen más. La verdad es que las empresas, cuando necesitan dinero, acuden a los bancos y éstos tienen más interés en colocar su dinero que en ofrecer alternativas. Por eso, se debería facilitar el acceso a esta información por los que asesoran a las empresas. Los Puntos de Atención al Emprendedor son un camino, pero no el único: los colegios profesionales o las asociaciones de empresarios también deberían acceder de forma privilegiada a esta información, porque pueden hacerla llegar más lejos.
Al tiempo que recibía información muy valiosa sobre financiación, he reflexionado sobre las dificultades que encuentran las pequeñas empresas para ser competitivas. El acceso a la financiación, sin duda, es un gran problema. Pero no debemos olvidar otros. Cuando he recibido hoy en el correo la factura de la electricidad este mes no he podido evitar pensar en otro obstáculo. Consumimos determinados productos fuertemente regulados que suponen un grave lastre porque no se ofrecen en un mercado libre. El 50'31% de mi factura de electricidad corresponde a costes regulados: incentivos a las energías renovables, cogeneración y residuos; costes de redes de distribución y transporte; y el famoso déficit eléctrico, entre otros. La mitad de la factura son imposiciones administrativas que en un mercado libre no se darían.
Y quien habla de las dificultades en un mercado regulado puede decir lo mismo de productos en régimen de oligopolio, como sucede con la electricidad, o con la telefonía.
Me suena bastante incoherente que por una parte se nos trate de ayudar en la competitividad (sobre todo en las pequeñas empresas, que son las más necesitadas), y que por otra parte se permita que determinadas actividades se controlen por pequeños grupos de empresas que parecen actuar sin que la competencia sea una preocupación.
Ha sido una jornada muy interesante por las perspectivas que ha abierto. En primer lugar, al plantear alternativas reales y efectivas para que las pymes se financien. En segundo lugar, porque ha puesto de manifiesto que a la dificultad de acceso al crédito se une el desconocimiento de muchos de estos instrumentos, que llevan muchos años funcionando y que, según confiesan los ponentes, hay años en que la dotación presupuestaria de las ayudas se utilizan parcialmente.
Parte del desconocimiento general de las empresas se puede remediar con jornadas como ésta. Pero también es cierto que hay que colaborar con más instancias para que se den a conocer con más amplitud. Manuel Barrionuevo, presidente de la Cámara se preguntaban por qué no se conocen más. La verdad es que las empresas, cuando necesitan dinero, acuden a los bancos y éstos tienen más interés en colocar su dinero que en ofrecer alternativas. Por eso, se debería facilitar el acceso a esta información por los que asesoran a las empresas. Los Puntos de Atención al Emprendedor son un camino, pero no el único: los colegios profesionales o las asociaciones de empresarios también deberían acceder de forma privilegiada a esta información, porque pueden hacerla llegar más lejos.
Al tiempo que recibía información muy valiosa sobre financiación, he reflexionado sobre las dificultades que encuentran las pequeñas empresas para ser competitivas. El acceso a la financiación, sin duda, es un gran problema. Pero no debemos olvidar otros. Cuando he recibido hoy en el correo la factura de la electricidad este mes no he podido evitar pensar en otro obstáculo. Consumimos determinados productos fuertemente regulados que suponen un grave lastre porque no se ofrecen en un mercado libre. El 50'31% de mi factura de electricidad corresponde a costes regulados: incentivos a las energías renovables, cogeneración y residuos; costes de redes de distribución y transporte; y el famoso déficit eléctrico, entre otros. La mitad de la factura son imposiciones administrativas que en un mercado libre no se darían.
Y quien habla de las dificultades en un mercado regulado puede decir lo mismo de productos en régimen de oligopolio, como sucede con la electricidad, o con la telefonía.
Me suena bastante incoherente que por una parte se nos trate de ayudar en la competitividad (sobre todo en las pequeñas empresas, que son las más necesitadas), y que por otra parte se permita que determinadas actividades se controlen por pequeños grupos de empresas que parecen actuar sin que la competencia sea una preocupación.
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